La niña que dibujaba corazones

Con su dedito, ella trazaba en el aire un corazón grande y luego sus ojos sonreían. Sin decir palabra, ella suspiraba y miraba su dibujo que flotaba y luego juguetona le soplaba para hacerlo volar y de nuevo con su dedo trazaba uno más. Durante un tiempo infinito ella jugaba a hacer corazones en el aire y estos iban llenando todo el espacio de la habitación y cuando eran muchos, se iban flotando hacia los demás espacios de su casa hasta que de tantos las ventanas se abrían. Entonces los corazones salían flotando y se elevaban al cielo y la niña de cabellos negros los veía ascender y su rostro se llenaba de júbilo invitando a su hermanito a presenciar ese espectáculo. Y en complicidad ambos hermanos de pronto participaban creando más y más corazones dibujados al aire.


Ella los pintaba de rojo y él los hacía redondos como balones de futbol. Ambos pintaban corazones y mientras los suyos en sus pechos se llenaban de más y más color y crecían, y de pronto también ellos se iban elevando. Sorprendidos, sonreían de que también flotando volaban al cielo y con sus manitas tocaban nubes de algodón y se ponían estrellas en su pelo. Entonces volteaban hacia abajo y miraban al Planeta Tierra y en su juego ambos dibujaban un gran corazón alrededor del Planeta Azul. Luego se miraban traviesos y volvía a sonreír. Entonces tomaron sus manitas y danzaron alrededor de ese corazón jugando a la Hermandad entre los Seres Humanos y la bondad de los Niños.

Ella jugaba a dibujar con su dedo corazones en el aire y cuando su papá despertó encontró uno dibujado en una de las muchas cartas que ella seguido le escribía, y luego encontró otro más dibujado en su pecho que latía y crecía más y más, tanto que lo elevaba hasta lo profundo, hasta la esencia misma de estar vivo…

(Rodando también llegó un corazón-balón dibujado por su hijo).


SMR, 13 Junio 2011