un poema

CANCIÓN DEL GATO AZUL A LA
MUJER LUNA


Hueles a tierra a viento y a mar
hueles a bosques y flores
hueles silvestre
a humedad y sol de trópico
hueles a mujer joven y adulta
hermosa y lozana
hueles a la vida que fluye

Mujer-Luna
estás tan alto y lejos
que sólo mirarte por las noches
le queda al Gato-Azul.

El gato maúlla y te mira,
y te canta y te extraña,
y sabe que eres de piel delgada y delicada,
calientita y envolvente.

El Gato-Azul
desea ronronear al oído de la Mujer-Luna,
cantarle canciones que la hagan bailar
y flotar a través del universo,
desea estrechar su cuerpo,
apretarlo a veces con mucha fuerza
para sentirla muy juntito a él,
otras,
apretarla muy suavemente
para sentirse completamente en ella,
dentro de ella,
junto a ella.

Y el Gato-Azul
se sube todas las noches al techo
y mira arriba,
busca entre las estrellas,
la espera,
y cuando la ve
comienza a latirle más rápido el corazón,
y la respiración se le entrecorta,
y las palabras son torpes,
y sólo le queda regalarle su pensamientos,
mil vestidos de viento,
los colores del arcoíris,
y le cuelga aretes a la Luna,
y la lleva a beber de los arroyos,
a comer de los campos cultivados,
y la sueña todas las noches,
unas veces dormido
otras despierto.

El Gato-Azul extraña a la Mujer-Luna
cuando ésta se va del cielo,
entonces,
las noches son largas y negras,
y los días de sombra y nostálgicos,
el gato no come,
no regresa a casa,
se pierde entre las calles de la ciudad,
no tiene a donde ir,
se siente sin dueño,
y mira a la gente de reojo,
y se vuelve huraño,
esquivo,
transparente.

Y el Gato-Azul se pregunta ¿por qué
no ha podido alcanzar a la Luna?,
y no encuentra respuesta que lo calme,
no encuentra razones suficientes
para entender que la Mujer-Luna
no quiere ser alcanzada.

Entonces,
el Gato-Azul cierra los ojos
y la humedad le resbala por las mejillas
hasta los largos bigotes
y la gota cae,
cae lento y mientras va mirando alrededor,
la gota cae y mira con su ojo de cristal
hacia arriba y ve a la Mujer-Luna,
misteriosa,
y la gota le pregunta
"¿no ves que estoy aquí?"
pero la Mujer-Luna continua bailando
con esa suave cadencia que ella tiene.
La gota cae y se aleja del cielo nocturno,
mira abajo y su rostro se estrella con la tierra,
y levanta el polvo,
y se deforma,
y se pierde en la profundidad de la tierra,
no deja huella.

Y nadie entenderá
el motivo de esa tristeza,
pero el Gato-Azul seguirá maullando
y cantando allá abajo,
en el planeta Tierra,
mientras
la Mujer-Luna seguirá misteriosa
y lejana allá arriba,
en la noche eterna.

Y el pintor los pintará
a ambos en colores azules,
y el cantor les cantará
a ambos en tonos azules,
y el escritor escribirá
de ambos en tinta azul,
y la gente dirá:
"se ven bien juntos,
se complementan,
Mujer-Luna,
Gato-Azul,
¿por qué no se domestican?"

¿y por qué no?
-- me preguntaré siempre --.










S.M.R. 1995

Incluido dentro del libro Cuentos "de lunas y gatos azules"
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